Desvelando las memorias de Luisa Carnés
Luisa Carnés (1905-1964) fue una audaz periodista madrileña que relató su vida y las circunstancias vividas en novelas como: Peregrinos de Calvario, Natacha, Tea Rooms: mujeres obreras, De Barcelona a la Bretaña Francesa, Rosalía de Castro, Juan Caballero, El eslabón perdido, entre otras que siguen inéditas y en relatos y artículos. Precisamente por algunas de sus obras periodísticas se sabe que Luisa vivió en Algeciras. Esta ciudad aparece en algunos cuentos como «Contrabando», «Bronca andaluza, o ¡no paza ná!» y en el reportaje «Mientras llega o no la guerra a Gibraltar».
Poco se sabe del periodo en que Luisa Carnés vivió en Algeciras con su compañero Ramón Puyol (1907-1981). Ramón Puyol conoce a la joven Luisa Carnés en 1928 cuando ella empieza a trabajar como mecanógrafa en la Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP), después de la publicación de su primera novela Peregrinos de Calvario (1928) con prólogo de José Francés. Puyol trabaja como ilustrador en el CIAP, y Luisa reedita en esta editorial la novela Peregrinos de Calvario (1928), que añade ahora una portada con una ilustración de estética cubista.
Puyol y Luisa no se casan, pero de su relación nace el 12 de julio de 1931 Ramón Puyol Carnés. En este mismo año, tras la quiebra del CIAP, debido a dificultades económicas, la pareja parte para Algeciras, tierra natal de Puyol. En Algeciras, la familia de Puyol goza de buena posición y se aloja en una de las viviendas que poseen en la zona alta de la ciudad. Según nos cuentan los herederos de Carnés, ellos vivían en un edificio de viviendas modestas que los Puyol alquilaban.
En los años que vivió en Madrid, Luisa Carnés escribió diversas novelas: en ellas se encuentran manifestaciones de distintos acontecimientos como las difíciles tareas que soportan las mujeres, las largas jornadas de trabajo sin la
remuneración adecuada, sueldos inferiores a los de los hombres y el acoso que sufren para mantener su trabajo. Un breve paseo por su novela autobiográfica Natacha (1930), escrita cuando Carnés tenía veintitrés años, sirve para entender la infancia de la niña obrera que deja la escuela para trabajar y ayudar a la familia. Una vida bastante dura para una niña de once años, que durante más de una década trabajó en una fábrica de sombreros.
Luisa vive en Algeciras entre julio de 1931 y el verano de 1932. No tenemos las fechas exactas, sabemos que vuelve a Madrid y en agosto de ese año comienza a redactar su novela ahora famosa Tea Rooms, mientras trabaja como camarera en una pastelería madrileña. Luisa vuelve a Algeciras con su hijo y su hermana Nati y se reúne con Puyol y su familia en el verano de 1935.
Para seguir el rastro de Carnés en Algeciras tomamos por base los artículos y cuentos que escribió. Son obras de temática andaluza, y sitúan a Luisa en la zona de Algeciras en esa época. De ellos podemos deducir muchas de las vivencias que la propia Luisa presenció en su estancia gaditana. En cuentos cómo «Bronca andaluza, o ¡no paza ná!» tenemos una crónica sobre una situación real vivida por la autora narrada en primera persona. Carnés nos describe la casa que habitó en la ciudad andaluza, cercano al peñón de Gibraltar: «…miraba a su Plaza Mayor y al reloj loco de su iglesia, vacía de imágenes religiosas. Ante mi ventana había una calle recta, sin el más leve declive. Al asomarme a ella en las mañanas — mañanas pobladas de voces y pregones: “¡Molletes calientes!” “¡Coquinas!”, “¡Agua!”, “¡La cá!”, la veía blanca, húmeda y neblinosa a veces; clara y brillante, con brillos de sol en azulejos verdes y azules, era muros encalados, otras. Al anochecer paseaban por ella jovencitas cogidas del brazo; jovencitas de esas que hablan incansablemente, como parejas de amantes, abismadas en el eterno tema del cine
sonoro, de trapos, del tango de moda que resuena en un bar inmediato, de deseos no logrados, tal vez».
Carnés describe a los cargadores de puerto, recién llegados de Gibraltar, tiznados aún y con algún penny en el bolsillo del pantalón; bebedores de té y de aguardiente, un ambiente formado por su curiosidad forastera. Relata el tumulto y la agresividad de una pelea en la taberna de la feria, vivo retrato de la vida agitada de una ciudad portuaria y fronteriza.
Lo mismo ocurre con el cuento «Contrabando» de 1932, publicado en la revista Estampa. En ese cuento, habla del viento de Levante que engancha sus brumas en el Peñón de Gibraltar ante la muralla de acceso a la isla, de los soldados que van y vienen a lo largo de Main Street. Todos iguales: pelo rubio, tez roja, pasos rígidos y un idéntico bastoncillo flexible debajo del brazo. «Huele a tabaco rubio y a mar, sobre todo a boñiga de caballo. Ese olor nauseabundo es el más acusado entre los diversos olores que impregnan Main Street». Describe cómo el viento golpea sordamente en las cortinillas de las estrechas ventanas del autobús. «Se destacan del crepúsculo sombrío el rebrillo de las aguas del mar y los barcos atracados a los muelles». En frente de la Aduana, «las pobres mujeres en el suelo, míseras mujeres innumerables, con sus paquetes de café, azúcar y margarina, encima de las faldas». Carnés emplea un tono más sombrío al hablar sobre las mercancías ilegales que se transportan desde el peñón de Gibraltar hasta España atravesando la frontera.
Fuente: BNE, Estampa, V, 258, 17 de diciembre de 1932.
En la primera de las fotografías del reportaje «Mientras llega o no la guerra a Gibraltar», Carnés está al lado de soldados ingleses y relata que los turistas llegan a Gibraltar sin miedo de la guerra, pues gran parte de los habitantes de la ciudad de Gibraltar vive del turismo, especialmente los vendedores de tabaco, seda y laca japonesa.
Fuente: BNE, Ahora, VI, 1483, 27 de septiembre de 1935.
La vida de Carnés aún tiene muchos huecos, uno de ellos está en el período que vivió en la ciudad de Algeciras. Hasta el momento no encontramos documentos que comprueben que Luisa escribió en periódicos de esta ciudad, sabemos que su cuñado el periodista Miguel Puyol Román, fue director-propietario del periódico El Noticiero y la hipótesis es que Luisa debió de escribir para dicho medio durante su estancia en Algeciras.
Carnés dedica la novela inédita Olor de santidad, escrita entre 1931-1932, a Miguel Puyol Román, fusilado en los primeros días del alzamiento en 1936. Denuncia el asesinato de Miguel, escribiendo que esa muerte fue ocasionada «por el mismo plomo» que la de Federico García Lorca (1898-1936).
Fuente: Herederos de Luisa Carnés, Madrid, 2020.
En la carrera de Luisa Carnés, la divulgación periodística y las obras de ficción se complementan más que oponerse, comparten temas, intención y estilo. Su escritura siempre contempla los temas sociales, cultivando especialmente los géneros del reportaje y la entrevista; Carnés dirige su mirada hacia las desigualdades sociales, pero se focaliza en la situación de las mujeres. También analiza temas vinculados con la creación artística, sobre todo en la Revista Estampa, cumpliendo con un importante papel social. La producción periodística de Carnés mira hacia dos lugares y tiempos: ella sigue con los ojos en Madrid, pero ya no vive allí. El presente inmediato de Carnés se encuentra en Algeciras y el pasado en Madrid, y así crea una fractura entre dos identidades incompletas.
Durante la Guerra Civil actuó en defensa de la República y terminó exiliada en México en 1939. En el exilio, la nostalgia de su patria perdida se revela en sus memorias y expresa su voluntad de volver a España. Un testimonio de vida y muerte en sus diferentes modalidades que actúan como una resaca después de la tempestad que fue la Guerra Civil Española. El exilio representa una conexión que gana espacio entre el sentimiento de aniquilación y el de combate. Un eslabón que asociado al imaginario del exiliado nos lleva a una misión final: la lucha por el regreso a la patria. En la obra carnesiana es importante saber reconstruir la soledad de la autora y su mundo propio. En sus novelas observamos no solo sus renuncias, sino también sus reacciones reveladas en el interior de cada personaje, desvelando los secretos humanos.
Luisa Carnés tenía una mirada centrada en la realidad, en su constante lucha por mejores condiciones de vida que incluyan el reconocimiento de los derechos femeninos, el fin del trabajo infantil en las fábricas y la defensa de la legalidad republicana. Carnés fue una mujer moderna y autodidacta que supo aprovechar las inquietudes de la vida y hacer de la literatura un medio para producir cambios; ella decía: «El mundo es una gran miseria, la vida es un gusano gigante que mina la miseria del mundo».