La fotografía como ausencia: Juan Rulfo y José Emilio Pacheco

Todos guardamos fotografías. Son pequeños altares donde creemos retener la vida: rostros amados, momentos felices, instantes que no queremos soltar. Detener el tiempo es tentar a los dioses. Cada fotografía, cada retrato, es un gesto de arrogancia contra el fluir inevitable.
Pero el tiempo, paciente, devuelve el golpe: las imágenes se agrietan, palidecen, se vuelven sepia como si la luz misma, atrapada en el papel, comenzara a morir. En los poemas de José Emilio Pacheco, la fotografía es un eco del vacío, un espejo donde lo ausente sigue observándonos. No hay victoria sobre el olvido: sólo la evidencia de que ya somos ruina en el instante mismo de existir. Ese mismo sentimiento expresan las fotografías de Juan Rulfo. Pueblos vacíos, miradas duras, paisajes desolados. Rulfo fotografía un pasado que se deshace en su desgaste.
Con el tiempo, las imágenes se desgastan igual que la memoria. Los rostros sonrientes se vuelven sombras, los colores se apagan, los márgenes amarillean como hojas secas. Al mirarlas, no revivimos el pasado: asistimos al lento desmoronamiento de lo que fuimos. En sus versos, Pacheco nos recuerda —con ternura y con dureza— que toda imagen es ya una despedida.

Contra la kodak
Cosa terrible es la fotografía.
Pensar que en esos objetos cuadrangulares
yace un instante de 1959.
Rostros que ya no son,
aire que ya no existe.
Porque el tiempo se venga
de quienes rompen el orden natural deteniéndolo,
las fotos se resquebrajan, amarillean.
No son la música del pasado:
son el estruendo
de las ruinas internas que se desploman.
No son el verso sino el crujido
de nuestra irremediable cacofonía.

Retratos
Nada fija el instante,
En el retrato
se mueren más los muertos.

Imagen
La foto queda allí. Detuvo un segundo.
Se convirtió en pasado en el mismo instante.
El oleaje del tiempo no cesa nunca.
La vejez nos distancia a cada minuto
de la imagen inmóvil donde quien fuimos
observa fiel al muerto que seremos.

Sepia
Sepia es el descolor de las fotografías amarillantes
En pocos años más se habrán borrado,
Como sus pobladores fantasmales
La vida adquiere consistencia de aire
Permanece la luz dentro y fuera del marco.
