Los ciegos y el elefante: verdad, pluralidad y diálogo.
La parábola de los ciegos y el elefante forma parte de muchas tradiciones de India que reflejan en ella la tensión entre objetividad y subjetividad. Una historia que se ha utilizado para fomentar la humildad intelectual y el respeto por las opiniones de los oponentes.
La parábola narra que un grupo de ciegos se acerca a un elefante por primera vez. Cada uno toca una parte del animal —una pata, un colmillo, la trompa o el lomo— y concluyen que esa porción es la totalidad. Lo que para uno es una columna, para otro es una lanza, un muro o una cuerda. Al compartir sus conclusiones, se genera una disputa: cada cual cree tener la verdad completa, sin advertir que su percepción es fragmentaria.
En el jainismo: la doctrina del Anekāntavāda.

La primera referencia histórica de la parábola de los ciegos y el elefante se encuentra entre las escrituras jainistas llamadas agamas (s. V a.C.), pese a que la idea de fondo ya existía en la India del Rig Veda (ca.1500 a.C.).
En el jainismo, la parábola ilustra la doctrina del Anekāntavāda (literalmente, “la no-unilateralidad”). Según el jainismo, la realidad es tan vasta y compleja que ningún individuo, limitado por sus sentidos y por su perspectiva, puede abarcarla por completo. “Los textos clásicos jainistas de la época medieval se afanaron en explicar los conceptos de Anekāntavāda y Syādvāda con la conocida parábola de los ciegos y el elefante (Andhganjanyāyah)” (Parakranabahu, 2023:218). El concepto de syādvāda plantea que toda afirmación es condicional (“en cierto sentido es verdadera, en cierto sentido no lo es”), es decir, cada interpretación siempre parte de un juicio parcial y posicionado.
Esta parábola se encuentra en la obra Tattvārthaslokavatika, de Vidyanandi (s.XI) y en la obra Syādvādamanjari de Acharya Mallisena (s. XIII). “Es imposible comprender correctamente una entidad que consta de infinitas propiedades sin el método de descripción modal que consta de todos los puntos de vista. Esto llevaría a una situación de aprehensión de meros brotes (es decir, una cognición superficial e inadecuada), a lo sumo del ciego y el elefante” (Acharya Mallinesa M.S.). Esta enseñanza fomenta la tolerancia hacia otras tradiciones espirituales, y subraya el diálogo de la pluralidad de voces.
En el budismo: disputas y la fila de ciegos.

El budismo también ha usado la parábola como recurso didáctico. En el Tittha Sutta, parte del Canon Pali, se relata que algunos discípulos se acercaron al Buda preocupados por las disputas sectarias:
“Tras haber ido a pedir limosna a Sāvatthī, después de comer, al regresar de su ronda de limosnas, se acercaron al Bendito y, al llegar, se inclinaron ante él y se sentaron a un lado. Mientras estaban sentados, le dijeron al Bendito: «Señor, hay muchos contemplativos, brahmanes y vagabundos de diversas sectas que viven alrededor de Sāvatthī con diferentes puntos de vista, opiniones y creencias, que dependen de sus diferentes puntos de vista… Y no paran de discutir, pelear y disputar, hiriéndose unos a otros con armas de la boca, diciendo: «El Dhamma es así, no es así. El Dhamma no es así, es así».» […] el hombre mostró a los ciegos un elefante. A algunos les mostró la cabeza, diciendo: «Así es un elefante, ciegos»; a otros les mostró la oreja, diciendo: «Así es un elefante, ciegos»; y a otros les mostró el colmillo, la trompa, el cuerpo, la pata, los cuartos traseros, la cola, el mechón al final de la cola, diciendo: «Así es un elefante, ciegos». […] De la misma manera, monjes, los errantes de otras sectas son ciegos y ciegos. Desconocen lo beneficioso y lo perjudicial. Desconocen qué es el Dhamma y qué no lo es. Ignorando qué es beneficioso y qué es perjudicial, qué es el Dhamma y qué no lo es, no paran de discutir, pelear y disputar, hiriéndose unos a otros con armas de la boca, diciendo: «El Dhamma es así, no es asá El Dhamma no es así, es asá».
Fuente original, traducción del Pali al inglés por Thanissaro Bhikku.


La parábola de los ciegos y el elefante en el hinduismo de Adi Shankara.
Adi Shankara, en sus comentarios sobre el Chandogya Upanishad, realiza una mención a la parábola para referirse a la diversidad de formas de pensamiento de algunos sabios. Etaddhasti darshana iva jatyandhah (Traducción: Eso es como si una persona ciega de nacimiento viera un elefante).
La parábola de los ciegos y el elefante aparecen en los comentarios de Adi Shankara (788–820), gran filósofo del Advaita Vedānta. En su exégesis del Chāndogya Upanishad, Shankara emplea la parábola para referirse a la diversidad de formas de pensamiento. “Etaddhasti darshana iva jatyandhah” (literalmente: “eso es como si una persona ciega de nacimiento viera un elefante”). En este sentido, la parábola refuerza la idea de que las múltiples doctrinas son aproximaciones parciales a una verdad mayor, que trasciende todo lenguaje y conceptualización.
En el sufismo de Rumi.
Dentro del sufismo, la parábola del elefante fue retomada por poetas como Hakim Sanai (1080–1131/41) y Jalāl ad-Dīn Rumi (1207–1273). En el caso de Rumi, aparece en su obra monumental Masnavi-ye Ma‘navi (“El Masnavi espiritual”). En esta versión no se trataba de ciegos, sino de un grupo de hindúes que exhibían un elefante dentro de una habitación oscura, reflejando el origen indio de la parábola.
“Comparación del ojo sensorial con la
mano de quien palpa al elefante.
El ojo de los sentidos es como la palma de una mano;
el objeto completo no se capta en la palma.
El mar en sí es una cosa, la espuma otra;
ignora la espuma y contempla el mar con tus ojos.
Olas de espuma se elevan del mar noche y día,
Tú ves las ondas de espuma y no el poderoso mar.
Nosotros, como barcos, somos zarandeados de aquí para allá,
Estamos ciegos aunque estemos en el brillante océano”.
Fuente original, traducción al inglés de E.H. Whinfield.

Este pasaje convierte la parábola en una alegoría del camino místico. Los sentidos humanos solo captan fragmentos, como la espuma del mar, mientras que la esencia divina es el océano mismo. El sufí está llamado a trascender la percepción sensorial y a buscar, mediante el amor y la unión mística, la visión directa de la Realidad Última (al-Haqq).
La parábola de los ciegos y el elefante en la poesía de John Godfrey Saxe.
En el siglo XIX, la parábola se difundió por Occidente gracias al poeta estadounidense John Godfrey Saxe (1816–1887), quien la adaptó en forma de poema humorístico y moralizante. Su versión termina con una moraleja:
“Así, a menudo, en las guerras teológicas
Los contendientes, supongo,
Sigue hablando en completa ignorancia
De lo que cada uno significa,
Y parlotear sobre un elefante
¡Que ninguno de ellos lo ha visto!”
En el contexto cultural de Estados Unidos, donde proliferaban los debates entre distintas denominaciones protestantes, el poema funcionó como crítica al sectarismo y como invitación a la tolerancia. Su éxito literario permitió que la parábola pasara a formar parte de la tradición pedagógica occidental, citada hasta hoy en manuales de ética, filosofía y ciencias sociales.

Coda.
El elefante ha viajado a través de los siglos y de las culturas manteniendo hoy una vigencia sorprendente. Esta parábola se ha interpretado como advertencia contra el dogmatismo y como lección de humildad intelectual. Incluso en ámbitos seculares, la parábola se emplea como metáfora de la comunicación intercultural, de la investigación científica interdisciplinaria y del diálogo político: en todos esos casos, ninguna disciplina ni grupo social puede reclamar el acceso exclusivo a la verdad. En todas las tradiciones se presupone la existencia de un elefante que escapa a la imaginación de cada uno de los ciegos.
La pregunta final habría de cuestionarnos si realmente existe un elefante ahí afuera, si existe una realidad objetivamente imparcial ajena a los juicios de los ciegos. O más bien el elefante es un ser que emerge en función del diálogo entre los ciegos. Si todos fuéramos ciegos, no habría forma de demostrar que el elefante existe más allá del diálogo entre nosotros.
No debemos olvidar que todas las tradiciones ponen el énfasis en el juego de perspectivas de los ciegos, pero el elefante vería a todos los ciegos por igual.
